Quizá uno de los fenómenos más sorprendentes e interesantes que han aparecido en los últimos años, tanto en el contexto del cine nacional como en el del internacional, no sea tanto una tendencia como una inquietud, una forma transversal. Y su desplazamiento se produce a través de diferentes líneas de actuación y acercamientos: ¿cómo será el futuro si no es como creíamos que iba a ser, o como el propio cine nos había mostrado? ¿Será menos épico, más cutre, más modesto, más silencioso? ¿Estamos ya en ese futuro? El cine empieza a hablar de eso, y lo hace por medio de propuestas híbridas, que van de la mirada surrealista a la actitud bizarra, de la visión distópica a la recreación más o menos cotidiana de lo que podrán ser esos futuros posibles o imposibles, lejanos o cercanos en la línea temporal. En cualquier caso, eso provoca que estas películas experimenten con formatos clásicos que van haciéndose cada vez menos ortodoxos, con total libertad e independencia, con un eclecticismo absoluto a la hora de elegir referentes y contextos.
Así, temas como el día después, una (im)probable invasión extraterrestre, la normalidad con que podemos mirar un “objeto no identificado”, la elucubración sobre un hecho que quizá sea simplemente excepcional y acabamos convirtiendo en catastrófico, se cruzan con una mirada neutral, cruda, distante o esperpéntica que da como resultado muestras sci-fi de bajo voltaje pero alto poder evocador, como si ese futuro (im)posible estuviera ya habitando, coexistiendo con nosotros, aletargado o en plena efervescencia, quién sabe. Y una mirada cinematográfica a una cultura en crisis, en todas las crisis (im)posibles, que pone en duda los caminos que hemos escogido para llegar hasta aquí. Pues ahora sabemos que el futuro planteaba más preguntas de las que imaginábamos, y lo experimentamos en carne propia, entre amenazas de la madre naturaleza y cuerpos interestelares en pleno desconcierto (el suyo y el nuestro).
En fin, una buena parte de la producción cinematográfica más reciente va por esos inciertos caminos, y se arma como un conjunto de destellos alejados de las propuestas más clásicas del género tal como lo entendíamos. En las mentes y en las imágenes de César Velasco Broca, Ion de Sosa o Miguel Llansó lo extraordinario convive con la hiperrealidad más barroca, entre Américas profundas que no reconocemos, Españas más cañís que nunca, poblaciones tan remotas que ni siquiera podemos concebir y tierras hostiles, afectadas, distorsionadas, forzadas por elementos extraños. De ahí surge también la parte foránea, la extraterrestre Scarlett Johansson de Under the Skin o incluso otros futuros menos (pre)visibles: aquellos que nos esperan más allá de un viaje (El hombre congelado, de Carolina Campo) o después, incluso, de una vida (Madeleine et les deux apaches, de Christelle Lheureux).
¿Una mirada a esos futuros para analizar nuestros presentes, tantos como sean? Los protagonistas, autores y responsables de estos cuentos (im)posibles nos los contarán en los encuentros (no precisamente en la tercera fase) que se realizarán durante los días del festival.
Carlos R. Ríos
PELÍCULAS QUE FORMAN PARTE DE FUTURS (IM)POSSIBLES
- EL ARCA DE NOÉ de Adán Aliaga, David Valero
- AVANT PÉTALOS GRILLADOS de Velasco Broca
- LAS AVENTURAS GALÁCTICAS DE JAIME DE FUNES Y ARANCHA de Velasco Broca
- CAMIÑOS DE BARDAOS de Ángel Santos
- CHIGGER ALE de Fanta Ananas
- CRUMBS de Miguel Llansó
- ECHO CHAMBER de Guillermo Moncayo
- EL HOMBRE CONGELADO de Carolina Campo-Lupo
- KINKY HOODOO VOODOO de Velasco Broca
- LA MALADIE BLANCHE de Christelle Lhereux
- MADELEINE ET LES DEUX APACHES de Christelle Lhereux
- SEARCHING FOR MERITXELL de Burnin’ Percebes
- SUEÑAN LOS ANDROIDES de Ion de Sosa
- UNDER THE SKIN de Jonathan Glazer
- YOUNG ONES de Jake Paltrow