Avalado por incontestables triunfos cosechados en diversos festivales cinematográficos (el último de ellos, el Oso de Oro otorgado a Child’s Pose en la Berlinale de 2013), el actual cine rumano ha conseguido atraer las miradas cinéfilas de las más diversas latitudes. La escasa producción de la industria cinematográfica radicada en Rumanía no ha sido óbice para la creciente proyección de su cine allende las fronteras nacionales, posibilitando una envidiable y pocas veces igualada rentabilidad de éste en cuanto a reconocimiento crítico internacional.
El proceso de democratización iniciado tras la revolución rumana y el final del régimen estalinista de Nicolae Ceausescu en 1989 (acontecimiento histórico que se erige en epicentro de algunas historias de las ficciones del cine que nos ocupa) posibilitó que Lucian Pintilie, director clave del cine rumano de los sesenta que únicamente había podido filmar tres de sus obras en su patria natal, regresara a ésta tras décadas en el exilio, iniciándose una drástica renovación temática y formal de la cinematografía nacional. A modo de eslabón intergeneracional, una de sus películas, Niki and Flo, partía de un guión escrito por Cristi Puiu, cineasta llamado a entregar el primer filme capital del nuevo cine rumano: La muerte del señor Lazarescu, desoladora crónica de una muerte anunciada que, alcanzando extremos kafkianos, dejaba constancia de la precariedad del sistema sanitario público del país.
Aunque el honor de ser el primer título perteneciente a esta nueva hornada de cine rumano en ser estrenado en nuestro país pertenece a 12:08 Al este de Bucarest, será la Palma de Oro en el Festival de Cannes de 2007 concedida a 4 meses, 3 semanas, 2 días la que genere un insaciable interés a escala internacional por el cine producido en Rumanía y facilite el estreno en nuestro estado de otras obras de la misma geografía1. El talento de Cristian Mungiu, firmante de la obra, sería nuevamente reconocido en el mismo festival con el premio al mejor guión (además del de mejor actriz, ex aequo) por su sobrecogedora Más allá de las colinas, inspirada en un suceso real. En España, Martes, después de Navidad fue premiada en el Festival de Gijón de 2010 como mejor película, junto al merecido reconocimiento a su pareja protagonista en el palmarés.
Pese al riesgo de resultar poco riguroso que todo ejercicio taxonómico entraña (y más a causa de la heterogeneidad de rasgos que un conjunto de textos fílmicos pueden presentar), a continuación intentaremos esbozar aquellas características temáticas, narrativas y formales comunes (e interrelacionadas entre sí) a la producción cinematográfica rumana contemporánea que consideramos más relevantes.
1. Interés por revisionar la historia reciente del país, ya sea mediante un tono realista o sazonado con toques humorísticos que hacen derivar la trama hacia la farsa.
Si la etapa comunista centra las ficciones del filme coral Historias de la edad de oro (cada uno de cuyos episodios adapta una leyenda urbana transmitida oralmente sobre las paupérrimas condiciones de vida durante el período y la censura propia del régimen, entre otros temas), el histórico momento de la caída del dictador Ceausescu es el contexto en el que se desarrollan The Paper Will Be Blue y, aunque tangencialmente, Cómo celebré el fin del mundo (ésta última adoptando un prisma infantil y juvenil), además de ser objeto de relectura en clave desmitificadora y satírica en 12:08 Al este de Bucarest. A modo de complemento a su previo Videograms of a Revolution, en The Autobiography of Nicolae Ceausescu el documentalista Andrei Ujica repasa mediante la recopilación de materiales audiovisuales de archivo estatales (ergo, material de propaganda de la época en su mayoría) la controvertida figura del dictador desde el momento en que es nombrado Secretario General del Partido Comunista Rumano en 1965 hasta su ejecución. No obstante, el mejor retrato de la época aparece en 4 meses, 3 semanas, 2 días mediante la vigilancia continua a la que son sometidos los personajes (incluso los conserjes de los hoteles parecen ser miembros del cuerpo de seguridad estatal) y las nocturnas y solitarias calles urbanas como metáfora de una sociedad sumida en el miedo, la desconfianza y la oscuridad.
2. Atención a los personajes atrapados por un contexto de represión instigado por el régimen político y las instituciones sociales, expuestos a situaciones emocionales límite, a los que la cámara (siempre cercana a ellos) acompaña a lo largo del metraje.
El joven protagonista recluido en el centro de detención de menores de Si quiero silbar, silbo −título de vehemente narración que en su segunda mitad se permite fusionar la temática social de su propuesta con un resorte narrativo propio del thriller, al igual que ocurre con Loverboy (no en vano dirigida por Catalin Mitulescu, guionista de la anterior), centrada en una red de trata de blancas−, la pareja de amigas de 4 meses, 3 semanas, 2 días que padecen en sus carnes los últimos años de la dictadura comunista o el afecto entre otras dos amigas subyugado por la obsesiva represión dominante en el convento ortodoxo de Más allá de las colinas son ejemplos de ello.
3. Interés hacia distintos problemas sociales.
La problemática de la inmigración ilegal vertebra la trama de Morgen desde su plano inicial, en el que una metafórica carpa es condenada a morir al no poder traspasar la frontera hacia Rumanía. Al contrario, la emigración como deseo irrealizable aparece en Occident y Cómo celebré el fin del mundo, en la que sus protagonistas anhelan cruzar el Danubio en busca de unas condiciones de vida más dignas y de oportunidades laborales. En Of Snails and Men, comedia de tintes dramáticos (el elegante equilibrio entre comedia y drama es una característica común a varios de los filmes que nos ocupan) en la que los trabajadores de una fábrica intentan frenar su privatización para no terminar siendo despedidos, la reconversión industrial y la diferencia de clases conllevan, incluso, la devaluación del esperma de los operarios rumanos.
4. Historias ubicadas en contextos costumbristas, protagonizadas por personajes de escasos recursos económicos (en ocasiones, condenados a la pobreza), en las que predominan los temas cotidianos e intimistas.
Los diversos métodos de pillaje a los que se ven abocados los personajes de las historias de Historias de la edad de oro o el apartamento del protagonista en La muerte del señor Lazarescu dejan constancia de su precaria situación económica. Por otra parte, Radu Muntean se ha convertido en diestro retratista de parejas en crisis con Boogie y su celebrada Martes, después de Navidad, relato sobre un adulterio dotado de una magistral sutileza y con una total ausencia de juicios morales. Con tono cómico, Hello! How Are You? refleja la liberalización sexual de la sociedad rumana tras años de intensa represión. Best Intentions, por su lado, se centra en el desasosiego que experimenta su joven protagonista ante los primeros indicios que anuncian la decadencia de la salud de su madre y su (inevitable) futuro fallecimiento.
5. Austeridad formal –en ocasiones, próxima al modo de representación del cine documental− y ausencia de música extradiegética.
«¿Qué estás haciendo?», pregunta el director del programa de televisión local al operador cuando ve a éste grabando cámara al hombro una actuación musical en una secuencia de 12:08 Al este de Bucarest. «Es un nuevo estilo, jefe. ¡Está de moda!» replica el joven, antes de que su superior le obligue a colocar la cámara nuevamente en el trípode. Esta suerte de chiste privado refleja el posicionamiento ético no sólo del director de la citada película, sino de sus compañeros de generación: el predominio de una cámara estática y/o la ausencia de cualquier alarde formal e inclusión de música no diegética que ayude a manipular los sentimientos del espectador es la prueba de su respeto hacia las adversidades que sus personajes padecen. No obstante, no faltan experimentaciones como la que presenta Best Intentions, cuya acción dramática se muestra mediante planos subjetivos −a excepción de cuatro planos (dos al inicio y dos al final de la proyección), aquellos cuya acción tiene lugar en la vivienda del protagonista− que conllevan continuas miradas a cámara (y, por extensión, al espectador) por parte de los intérpretes, derrumbando la habitualmente vetada cuarta pared.
6. Primacía del montaje sintético, la narración en tiempo real y los planos de larga duración (el plano secuencia como rasgo formal y semántico configurador de las secuencias), junto a una palpable querencia por los tiempos muertos.
Las situaciones son registradas por la cámara en su integridad, sin ahorrar al espectador períodos de tiempo en los que la acción narrativa es prácticamente nula, como puede experimentarse en los dos últimos largometrajes firmados por Cristian Mungiu, en Politist, adjectiv o en Aurora, un asesino muy común, en la que Puiu dilata las situaciones dramáticas hasta alcanzar una tensión casi insoportable para el espectador.
Lejos de ser (como algunos sospecharon) una moda pasajera para festivales y filmotecas, el interés a escala internacional hacia el cine rumano contemporáneo probablemente resida en su capacidad para exponer en pantalla, mediante su representación de la Rumanía del último cuarto de siglo, una lúcida metonimia de la alarmante situación actual del mundo en que vivimos.
Rubén Higueras Flores
Número Cero