A lo largo de su filmografía, Jessica Hausner ha explorado las tensiones que se producen entre el individuo y el contexto que le rodea. Sus personajes son siempre femeninos, y se encuentran atrapados en un entorno hostil e intimidatorio, que bascula entre la sensación de peligro, de extrañeza y el sentimiento de incomprensión.

Desde la adolescente de su ópera prima, Lovely Rita (2001), hasta la madre científica de Little Joe (2019), sus heroínas luchan por ser libres dentro de un mundo que las asfixia y poco a poco va aprisionándolas hasta que dejan de tener una noción exacta de la realidad que les rodea.

Es entonces cuando nos adentramos en el territorio de la psique que nos abre una ventana a los miedos e inseguridades que han permanecido largo tiempo en estado latente hasta que estallan a través de una fascinante ambigüedad revelando toda una serie de preguntas acerca de la condición humana y el terror hacia lo desconocido. Quizás por esta razón, la mayoría de las películas de la directora austriaca coquetean con el género fantástico. La leyenda de la bruja de los bosques en Hotel, o el milagro de la virgen en Lourdes, así como la alegoría siniestra que propone Little Joe en torno una flor que anula la voluntad.

Hay una vinculación muy precisa con el subconsciente en el cine de Hausner, quizás por la influencia de su padre, el pintor Rudolf Hausner que fundó en Viena junto a un grupo de surrealistas una escuela de realismo fantástico. No llegamos a saber nunca si lo que les ocurre a las protagonistas se encuentra inscrito en el terreno imaginario, sugestivo o en el plano real. Si corresponde a la lógica, a lo racional o a las hipótesis más inverosímiles.

Puede que su cine pueda parecer frío, pero debajo de cada capa encontramos multiplicidad de lecturas y sugerencias que nos introducen en un universo representacional que, a modo de teatro de marionetas, habla de temas como la represión, el sometimiento, la voluntad o esa inalcanzable noción de felicidad.

Beatriz Martínez