Carlos R. Ríos (Director del D’A)
Un director de festival de cine no tendría que recomendar o destacar algunos títulos de toda la programación. Uno piensa que no queda políticamente correcto, educado, fino, pero en realidad pienso que al ver la programación en conjunto, me gusta así, toda completa, con esas películas que se complementan unas con otras, la más arriesgadas con las más clásicas e indiscutibles, las más frescas y naturales con las de más peso, los inconscientes, a veces, directores noveles con los concienciados autores consagrados. Pero como hay que mojarse, pues aquí una selección de seis, que abre una serie de recomendaciones por parte del equipo del festival, este pequeño equipo que hace posible el D’A, este festival que contiene parte del mejor cine contemporáneo, y hace posible que exista tal variedad como que cada uno de nosotros tenga opciones diferentes entre toda la programación.
THE DEEP BLUE SEA, de Terence Davies. Reino Unido.
La esencia del melodrama, el melodrama perfecto: la luz, la música, la ambientación, diálogos directos y sin rodeos; efecto de retroback. Ambientada en un brumoso Londres postguerra, esta nueva propuesta de Davies recrea y retrata un amour fou sin concesiones. Puede sonar cargante, pero cada frase, cada mirada, cada gesto y cada movimiento es conciso y directo, convirtiendo la propuesta en totalmente irreal. Y eso es lo que esperamos.
SANGUE DO MEU SANGUE, de João Canijo. Portugal.
Otro drama como la copa de un pino de la mano de uno de los mejores directores lusos. Un retrato claro, intenso y directo de una madre coraje y sus hijos en esta dura sociedad en crisis, una obra donde el trabajo de los actores y actrices es la base de todo, y la cámara cómplice de Canijo nos hace vivir, sufrir y disfrutar de desencuentros, vivencias y luchas de esta familia disfuncional, donde todo está a flor de piel, haciendo que los sintamos como propios y sobre todo muy cercanos. Seguramente una de las mejores películas del 2011.
BESTIAIRE, de Denis Côté. Canadá-Francia.
No es un documental, no es ficción, no es realidad, es… ¿Un ensayo? Un propuesta megaespecial que requiere ser vista en la pantalla más grande posible, para disfrutar de cada fotograma, cada toma, cada espacio y cada mirada de esos animales que viven en un zoológico. Sin diálogos pero con el omnipresente sonido directo, nos va introduciendo en ese microcosmos y haciéndonos sentir esa angustia por ellos que crece a cada plano: nos crea la necesidad de salir del cuadro, de ese encuadre que es su encierro, ese pequeño espacio en que les ha tocado vivir. Nunca la soledad se había retratado de esta manera: una maravilla que hay que dejar entrar sin pestañear.
DONOMA, de Djinn Carrenard. Francia 2011.
Un excelente debut y una propuesta muy fresca. Enganchado me quedé con las pequeñas historias de una generación, historias cruzadas de adolescentes que se convierten en rotundos y naturales actores. Un diamante en bruto que se supone se realizó con 150 euros: ¡sí, hombre! Pero para nada transmite ese sensación de “hecha con 4 pesetas”. Perfecta para padres deseosos de entender a sus retoños en la edad del pavo.
WEEKEND, de Andrew Haigh. Reino Unido, 2011.
En el cine actual, las películas de temática gay suelen ser o muy educativas/insoportables o muy ñoñas. La sorpresa ha sido ver una película donde la importancia no reside en qué género se ubican los procesos amorosos que ilustra. Una forma muy contemporánea de entender el amor, la sorpresa indie del año y del cine británico.
SNOWTOWN, de Justin Kurzel. Australia. 2011.
Aunque pueda tener similitudes con Animal Kingdom, ésta es mucho mejor. Un duro puñetazo en el estómago, que a veces duele de ver e impresiona, diseccionando la maldad humana de forma ejemplar y casi quirúrgica. La fotografía cálida como un verano se tiñe de negrura, del humo de los incontables cigarrillos y del vaho del alcohol que consumen todos estos outsiders de la sociedad australiana. Personajes sin esperanza, envueltos en el caos y abandonados a la ley que imponga el más fuerte. Heavy.