Hay una característica fundamental que converge en todas las películas de Estados Unidos (o sobre Estados Unidos) que se proyectan este año en el D’A. Todas ellas ofrecen retratos de puertas hacia dentro -es decir, estudios más o menos intimistas de personajes- que, de manera paradójica, tienen mucho que decir sobre nuestra realidad más inmediata, los EE.UU. contemporáneos, la sociedad occidental y sus cimientos más básicos.

Entre ellos, hay tres radiografías femeninas poderosísimas que curiosamente describen tres etapas vitales llenas de cambios: Eighth Grade, Fourteen y Diane. En Eighth Grade, ópera prima de ese todo-terreno llamado Bo Burnham (véase por ejemplo su atípico show de stand-up Make Happy), una adolescente que pasa totalmente desapercibida en su instituto y que no encaja en ningún tipo de convención grupal mayoritaria vivirá un periodo de autoexploración identitaria con la cual se irá alejando de los EE.UU. más hegemónicos. En Fourteen, Dan Sallitt redefine de alguna manera el mumblecore a través de un relato que sigue durante diez años a dos amigas de toda la vida, y que más allá del retrato psicológico de cada una de ellas y del deterioro de su relación, sobresale una reflexión tan empática como amarga del desencanto de esa juventud que se acerca sin rumbo hacia la madurez. Y con Diane, Kent Jones entrega un film conmovedor en el cual una mujer que encara la última etapa de su vida, y que solo vive para ayudar a los demás, empieza a replanteárselo todo. Atención a la interpretación de Mary Kay Place (una actriz habitualmente de comedia, a quien habíamos visto recientemente el papel de madre de Maria Bamford en la serie Lady Dynamite), y al mensaje feminista y sutilmente antisistema que impregna toda la película.

Cambiando de registro, dos películas viajan a lo EE. UU. del pasado para intentar entender el país del presente. En The Mountain, de Rick Alverson -uno de los cineastas más radicales y subversivos del cine independiente estadounidense-, la lobotomía y las terapias psicológicas extremas que se empezaban a llevar a cabo en la década de los cincuenta abren la puerta a una reflexión contundente sobre el control gubernamental y la pasividad buscada de la sociedad; unos términos que vuelven a resonar más que nunca en los EE. UU. de Trump. Alverson define su película como antiutópica, y de utopías también va Los hermanos Sisters, el espléndido wéstern de Jacques Audiard, en el cual dos de sus personajes pretenden crear una comunidad de copropiedad y cogestión en Dallas “donde  reine la democracia y el respeto”, misión imposible en una sociedad violenta que ya empezaba a caminar hacia el capitalismo más feroz. De esta ferocidad nos habla también What You Gonna Do When the World’s on Fire?, con la que el italiano Roberto Minervini continúa explorando los rincones más olvidados de los EE. UU. a través de la que ya es su marca de estilo, la hibridación entre ficción y documental. En este caso, en el seno de la comunidad negra en el sur del país, castigada por la violencia policial, con un collage de vidas que, desde la individualidad, nos habla de la acción colectiva.

El cine made in USA del D’A es, pues, un cine de dentro hacia afuera, reivindicativo de manera sutil, que apuesta por el retrato en primera persona para cuestionarnos aquello incuestionable en nuestra sociedad occidental.

Xavi Arnaiz