Ni excepción, ni cuota ni presencia invitada. Las directoras ya no son minoría y están cambiando el presente del cine. El D’A Film Festival Barcelona se hace eco en todas las secciones de este giro que deja atrás el androcentrismo en la creación audiovisual. Aquí un repaso exprés a los títulos internacionales firmados por mujeres que podrán verse en el festival.

Albertina Carri, que se posicionó como uno de los nombres más potentes del nuevo cine argentino con la imprescindible Los rubios, asalta ahora las pantallas con Las hijas del fuego, un pornoensayo queer sobre la reafirmación de las sexualidades y los cuerpos de las mujeres en el cine que reivindica el placer femenino como forma de liberación. Si Carri parte desde el principio de una exaltación sin pesar del placer, en Touch Me Not Adina Pintilie sigue en cambio el proceso de reconciliación con una intimidad conflictiva desde una perspectiva igualmente ligada a la reflexión fílmica. En Luciérnagas, la iraní Bani Khoshnoudi entrelaza el sentimiento de alteridad sexual con el de la migración en un territorio de tránsito como es la ciudad portuaria de Veracruz. La polaca Olga Chajdas presenta en Nina la escena lésbica de Varsovia como uno entorno de acogida y calidez en una urbe de carácter gélido. Y si Valeria Bruni Tesdechi sigue recurriendo a la autoficción cómica para retratar sus privilegios de clase en La casa de verano, en Las niñas bien la mexicana Alejandra Márquez radiografía con tono preciso la caída en desgracia de una mujer de la alta burguesía en un ambiente con sus propios códigos de relación entre mujeres. Rita Azevedo Gomes se confirma, como no podría ser de otra manera, como la directora que mejor traza la figura de la mujer fuerte pero atrapada en su tiempo histórico en La portuguesa. Y Dominga Sotomayor inscribe su film alrededor de una adolescente en el tránsito de llegar a la madurez en un contexto poco conocido del Chile acabado de salir de la dictadura en Tarde para morir joven. En Paul Sanchez este revenu!, otra de las muestras insólitas de cine francés que presenta el D’A, Patricia Mazuy explora la distancia entre la (no tan) prosaica realidad de la vida criminal en provincias y el peso de un imaginario rebelde nutrido a base de figuras legendarias y mitomanía popular. Mientras que Sueño Florianópolis de Ana Katz y Familia sumergida de la debutante María Alche coinciden en visibilizar la crisis interna de una mujer de mediana edad que en los dos casos encarna la gran dama del cine argentino, Mercedes Morán.

Eulàlia Iglesias