Se sabe que, al otro lado de los Pirineos, nuestros vecinos están particularmente ilustrados en lo que se refiere al amor, y que es algo que han sabido reflejar maravillosamente en el cine. En esta edición no faltarán lágrimas de emoción, genuinamente sentimentales y cinéfilas, con las que no echaremos de menos ni a Rohmer ni a Truffaut.

No podía haber otro motivo que el primer amor, ese que puede desgarrarnos para siempre, para la primera película de Suzanne Lindon, de los Lindon de toda la vida (no solo por Vincent, el actor, su padre, sino también por los editores Jérôme e Irène Lindon), que encarna el imposible enamoramiento adolescente de un adulto en Seize printemps. Frente al primer amor burgués de camisa blanca, está el más popular flechazo de ¡Al abordaje!, de Guillaume Brac, que rima con su no menos celebrada L’île au trésor, esta vez con un encantador joven negro con sobrepeso que nos robará el corazón cuando descubra la vida en un camping de provincias, bajo la luz de un verano que no queremos que se acabe.

La misma luminosidad y el mismo estado de gracia, aunque con un estilo completamente distinto, deudor del teatro clásico, como un Diderot trasladado a la actualidad, la encontramos en Las cosas que decimos, las cosas que hacemos, obra cumbre del gran Emmanuel Mouret, donde las historias de amor novelesco se entrelazan para desenlazarse en un levemente doloroso desencuentro final, con el guapo Niels Schneider haciendo planes familiares y comprando un árbol de Navidad. La presencia del actor de los rizos de oro en la programación coincide con la cinta inaugural, Adiós, idiotas, de Albert Dupontel, que protagoniza Virginie Efira, pareja de Schneider en el mundo real, y eso que se conocieron en el set de Un amor imposible, donde la diferencia de edad no fue obstáculo para que el deseo rasgara la pantalla.

Y finalmente, aunque Danielle Arbid nació en Beirut, vive en París desde 1988 y no puede ser más francesa, sobre todo cuando, con Passion simple, lleva a la pantalla una novela de la divina Annie Ernaux que (de-) muestra que el amor de una mujer (la gran Laetitia Dosch) puede ser tan físico y carnal como el del hombre, amén de que la mujer que se somete no tiene por qué ser una víctima. Todo muy francés, muy amoroso, y sobre todo muy cinematográfico.

— Philipp Engel