AMANDA

David (Vincent Lacoste) vive la vida sin pensar en el futuro. Conoce una chica (Stacy Martin). Todo va bien. Hasta que, de repente, todo se rompe. De la peor manera posible. Y tiene que hacerse cargo de su sobrina de siete años, una preciosidad llamada Amanda (Isaure Multrier). Mikhaël Hers, realizador francés poco conocido en nuestro país, aborda con una sensibilidad y una ternura extraordinarias, sin caer en trampas sentimentales y haciendo gala de gran dignidad humana, la trágica sombra que los atentados islamofascistas dejaron en París, y firma una de las películas más genuinamente emocionantes y desgarradoramente luminosas de la temporada. Después de Maya, de Mia Hansen-Løve, con la que Amanda guarda un sinfín de correspondencias, tanto en el fondo como en la forma, otra película ejemplar sobre cómo no responder a la violencia con más violencia: dejándola fuera de plano, encajando su tóxica existencia. Pero rechazándola con firmeza.