No hay nada menos cinéfilo que la naftalinosa nostalgia. Cuando empezamos a añorar el cine del pasado (o a consumir series como si no hubiera mañana), deberíamos tener el valor de reconocer que el problema lo tenemos nosotros, ya que el cine, ni mejor ni peor, sigue su curso. Y sin embargo, la impresionante alineación de grandes maestros orientales de esta edición, como Nobuhiro Suwa, Hong Sang-soo, Naomi Kawase o Tsai Ming-liang, invita a recordar ese pasado dichoso en el que los descubríamos gracias al BAFF, aquel festival de cine asiático que, para gran parte de la organización del D’A, empezando por su director, Carlos Ríos, fue la prehistoria del presente evento cinematográfico.
Y más cuando las obras presentadas por dichos directores dialogan con su pasado, y lo que es más importante, sin desmerecerlo: Naomi Kawase se ha despojado de sensiblería y repostería para tratar en True Mothers un tema, la adopción, que siempre ha estado en el corazón de su obra, mientras que Nobuhiro Suwa regresa a su Hiroshima natal, la de H Story (2001), solo para viajar a las ruinas dejadas por el tsunami radioactivo en la fascinante El teléfono del viento. Si hace ya casi 20 años que poblamos las butacas como fantasmas para asistir a la defunción del cine en Goodbye, Dragon Inn (2003), Tsai Ming-liang se las ha apañado para seguir hipnotizándonos con sus morosos tableaux vivants en la extraordinaria Rizi (Days), que sigue la línea de la radical Stray Dogs (2013), pero convirtiendo el lienzo de la pantalla en un inolvidable masaje para los sentidos.
Hong Sang-soo sigue también fiel a sí mismo, como a su adorada Kim Min-hee, en The Woman Who Ran, su película número 24 si no me fallan las cuentas, en la que al mismo tiempo se detecta mayor depuración en la imagen y feminización del argumento. Hasta la crepuscular Under the Open Sky, de una directora, Miwa Nishikawa, que, la verdad, desconocía, rinde cuentas con el pasado al hablarnos de un exyakuza (el histórico Kôji Yakusho) que trata de reinsertarse en la sociedad tras pasar 16 años entre rejas. El pasado siempre nos acaba atrapando, es inevitable, pero hay que seguir proyectándose en el futuro. Incluso en este año tan endemoniado para la industria no han faltado grandes películas. Disfrutémoslas, ahora que todavía estamos a tiempo.
— Philipp Engel