La directora de Petite maman recibió ayer su primer Premio D’A y ofreció una masterclass para estudiantes de cine
Ayer, el D’A – Festival de Cine de Barcelona entregó el primer Premio D ́A, un galardón que quiere servir como homenaje y altavoz de los cineastas que brillan por su mirada radicalmente contemporánea y exploradora del lenguaje vivo de este arte.
El director del Festival, Carlos R. Ríos dio la bienvenida a un Teatro del CCCB lleno hasta los topes de estudiantes de cine y prensa acreditada poniendo énfasis en el valor de “compartir” cine que hace el D’A, también con las otras instituciones de la ciudad, como era el caso del acto de ayer, con la Fundació Miró y la Acadèmia del Cinema Català. El director dejó paso a la protagonista del día, no sin antes animar a llenar las salas del D’A, porque «las próximas Céline Sciamma y Carla Simón se encuentran, ahora mismo, en los festivales».
Con gritos de admiración y expectación, el público recibió a las dos cineastas en el escenario, donde Carla Simón leyó un discurso largo y emotivo con el que también agradeció el D’A por llevar el mejor cine contemporáneo a Barcelona. “Me atrevo a decir que no podríamos pensar ese cine sin tu voz. Tus películas son cruciales para entender dónde estamos cinematográfica y socialmente. Estoy segura de que gente de todo el mundo les encantaría estar aquí hoy para poder darte las gracias personalmente: Gracias por enseñarnos que podemos acercarnos a las historias de una manera luminosa, que los gestos pueden ser enormes y con sentido.” El agradecimiento de la directora de Alcarràs repasó todas las virtudes de la abrumadora sensibilidad de Sciamma, destacando su mirada respetuosa sobre la juventud y la infancia. De hecho, Simón, que fue madre durante la odisea de festivales después del Oso de Oro de la Berlinale y que retrató su embarazo en Carta a mi madre para mi hijo, dejó bien claro que “sólo dejaría que tú fueras quien dirigiera a mi hijo, nadie más”.
Céline Sciamma (Pontoise, 1978), primera galardonada con el Premio D’A (de madera, manejable y austero —“¡Qué bien! ¡Me cabrá en el bolsillo!”—), retomó la gentileza de Simón declarándose públicamente admiradora de la cineasta catalana y dedicó el premio a los trabajadores y activistas que, en estos momentos, en Francia, “luchan por todos nosotros”. “Para los estudiantes, para los sinpapeles, por las pensiones, por el agua… la gente es apaleada por la policía y los admiro. Ya tengo ganas de volver para estar a su lado. Esto es una lucha global”.
La masterclass esperada tuvo lugar a continuación, con la entrada en escena del crítico de cine Philipp Engel. Durante la charla, la directora francesa confesó que está en huelga con el cine de industria tradicional y que Petite maman (2021) puede representar un punto y aparte importante. “Puedo asegurar y demostrar con mi recorrido que es posible, llegar, como mujer, pero es muy difícil. Y ahora considero que es una responsabilidad pensar en alternativas, otras formas de producir, estructuras cooperativas, un cine menos jerárquico”. No es que crea que estas posturas son únicas del momento actual: sus primeros filmes, centrados en “romper con el lenguaje patriarcal del cine”, bebieron de referentes contraculturales como la desaparecida Chantal Akerman, de quien Sight & Sound erigió directora de la mejor película de la historia el año pasado (Jeanne Dielman, 1975). Y apuesta por el acceso y reencuentro con este cine feminista que existe desde sus inicios y que se defiende a sí mismo, como hacía en sus propias conferencias la cineasta Germaine Dulac (1882-1942).
A pesar de su huelga particular, Sciamma es optimista y quiere serlo, cree que el cine es muy joven y que puede mutar hacia lugares inexplorados: “Pienso que la especificidad del cine es la disyunción del sonido y la imagen. TikTok es una herramienta de edición que participa de la reflexión de esta disyunción, y de una forma muy divertida y ligera”. No es que afirmara que Tiktok sea cine, pero defendió que nos encontramos en un momento dado más que nunca a la exploración del lenguaje. De hecho, ante un público lleno de estudiantes de cine, animó a que los aprendices exploren y experimenten con la simplificación de los medios de producción: «¡Hay libertad en estas herramientas!».
Uno de los lenguajes que más estimulan a la directora de Retrato de una mujer en llamas es la animación. Sciamma lo ha alabado cuando hablaba con Engel sobre la infancia y los peligros de cierto cine que hace de la contemplación de los cambios físicos de las niños, un fetiche. “Yo he decidido colaborar con los niños, darles un papel, que hagan preguntas. Los niños son provocadores, inteligentes. Con cada pregunta, moldean un mundo”. Y más allá de citar a Shrek, Sciamma saca el recuerdo del jubilado-pero-no-del-todo Hiyao Miyazaki (Tokio, 1941), de quien admira y toma el compromiso de ofrecer a los niños espacios poéticos menos fundamentados en la adrenalina del montaje. “Quizás tengo que hacer sólo películas para niños” nos confiesa. Y pensamos en otras artistas que, inteligentemente, tomaron la misma decisión: Anne Sylvestre, Guillermina Motta…
La hora y pico se hizo corta para un auditorio absolutamente rendido con gritos y aplausos. Volveremos a ver a Céline Sciamma pronto, seguro.
-Marc Barceló






